12 de julio de 2016

Tarta de albaricoques



Están pasando bastantes cosas feas en el mundo político últimamente, no os parece? Bueno, igual no es últimamente: malas noticias nos vienen casi siempre. Pero aquí, en mi pequeña burbuja, nos estamos tomando lo del Brexit y sus múltiples repercusiones muy a pecho. Fue un verdadero shock, y no se deja de hablar del asunto. En vez de acostumbrarnos a la idea según iban pasando los días, parece que somos cada vez más conscientes de lo que significa la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y cada vez alargamos más la lista de lo que eso implica. La noticia de Barroso fichando por Goldman Sachs no ha hecho más que ahondar en el pesimismo ambiente. Corren tiempos difíciles para los europeístas. Los que creemos en este proyecto imperfecto pero necesario andamos como don Quijote...

Así que hoy he decidido traeros una tarta fea, que tenía ahí pendiente de publicar desde hace algún tiempo. Es fea, pero es una de mis preferidas. He intentado hacer versiones más estéticas, usando otros moldes y cortando los albaricoques de otra manera, pero aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Esta tarta es fea y no hay nada que hacer. Habrá quién diga que no es fea, que es "original" o "diferente", como cuando se dice de un niño que es "simpático" o "espabilado" por no decir que es horroroso. 

Me podría lanzar en una metáfora sobre la tarta fea como símbolo del Brexit, los albaricoques escondidos como símbolo de las mentiras, la acidez de la fruta representando la sorpresa del resultado del referéndum... Podría decir que la tarta está muy buena y eso demuestra que la belleza está en el interior, etc. etc. Pero la verdad, sería rizar el rizo.
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