Iba a escribir esta entrada diciendo que el albaricoque es mi fruta preferida, pero es posible que dentro de unas semanas os diga que es la cereza, o la sandía, y vais a terminar pensando: a ver si se aclara. Con toda la razón! Así que moderaré un poco mi pasión albaricoquera y diré que se encuentra entre mi TOP 5 de frutas preferidas. No es fácil encontrar buenos albaricoques: están malísimos cuando están duros o harinosos o ácidos. Al revés que las cerezas, que pueden estar mejor o peor pero nunca están malas, los albaricoques sí que pueden estar malos. Pero cuando están dulces, blanditos, jugosos... es que se me saltan las lágrimas. (sí, vale, soy una exagerada, pero no me querríais igual si no lo fuera).
Me pasa algo extraño con las fresas, porque no me gustan así tal cual, ni con azúcar ni con zumo ni con nata, pero sin embargo me enloquecen los postres con fresas de todo tipo: tartas, helados, coulis, mermelada... Con el albaricoque me pasa al revés: me gusta tanto al natural, que casi nunca me he molestado en usarlo para algún postre. Si no llega a ser que fui al mercado y al llegar a casa me di cuenta que había comprado albaricoques para un regimiento, no me habría molestado en buscar una receta que los llevara... Y tengo que decir que esta Tarta Tatin me encantó. Me parecía un poco complicadilla, pero la elegí por la combinación con sésamo, que me pareció muy original, y el sabor nos resultó novedoso y delicioso. ¿Os atrevéis?